Ruavieja ya comenzó a ocupar en 2021 un terreno sólido partiendo de una gran verdad: su producto es calidad, porque habla desde el mejor y no desde el más.
A partir de lo ya construido, había que continuar trabajando este poderoso insight y crear historias reales que demostraran no solo el poder de Ruavieja para juntar a gente en momentos de calidad, sino también comenzar a reforzar su principal momento de consumo: la sobremesa.
Para esto, fue importante detectar lo que realmente hace especial a la sobremesa: un espacio de intimidad y verdad, donde la amistad y las relaciones se vuelven sinceras. Y es que, cuando se pone la verdad sobre la mesa, no importan la distancia ni las circunstancias. Ni el tiempo ni las decisiones. Tan sólo las vivencias y los vínculos que dan sentido a la vida.
Este fue el gran hallazgo: Ruavieja es testigo y vehículo de las verdades que vivimos y decimos durante la sobremesa. Verdades sin filtro que se guardan en ese pequeño espacio de confianza y que son el resultado de todos nuestros momentos de calidad.
Hay un segundo hallazgo estratégico que hace definitivo éste nuevo paso de la marca y es el hecho de dirigirnos al target que más consume la crema, la mujer.
La competencia ya lo hace, pero lo hace de manera muy distinta. Se dirige a una imagen de mujer más forzada, esa mujer que parece casi perfecta, que vive de los momentos de recreo, que no se corresponde de verdad a lo que es una mujer en su todo, con sus dos caras de la moneda. Esa mujer que llega a esa mesa despeinada y que es ahí con sus amigos o amigas, donde encuentra la recarga, donde se “desnuda”. Ese lugar donde la mayoría de las mujeres donde mejor nos sentimos. Porque igual no es fácil verse más y si está en tu mano verte mejor, lo mismo es la vida, llena de luz y de sombra pero de esquinas donde protegerte: esa mesa, con su gente, su verdad y en definitiva su cura.